Los resultados de la última prueba han salido bastante bien.
Parece que desde el punto de vista clínico o médico el problema parece resuelto,
aunque nunca se sabe. Ya intuía que me comunicarían algo así. He aprendido
mucho sobre mi cuerpo últimamente y detecto cuando estoy bien y cuando no tan
bien. Sabía que la prueba había ido bien.
Pero al ser este blog de deporte, interesa saber si podré
hacer deporte, o si podré hacerlo como antes o no. Lo lógico sería bajar el
ritmo. Al fin y al cabo no vivo de ello y no necesito poner al cuerpo cerca de
ningún límite.
También es verdad que el deporte, una vez que uno lo
práctica con cierta pasión, se convierte en algo más que en un hábito
saludable. Pasa a ser algo importante en tu forma de ver la vida, en aquello
que te gusta, en aquello por lo que te levantas por la mañana. Lo que te mueve,
lo que quieres hacer.
No sé qué pasará. Supongo que iré haciendo cosas poco a
poco. Intentaré escuchar a mi cuerpo con atención e ir avanzando poco a poco,
sin prisas, sin agobios, sin objetivos.
Tampoco quiero hacer un ironman. Realmente me gustaría
hacerlo, pero no estoy dispuesto a sacrificar tanto tiempo, que quizá no tenga,
en este momento. Ni estoy capacitado tampoco. Pero sí me gustaría el verano que
viene ponerme de nuevo el mono y “sentirme vivo” (en el ámbito deportivo, se
entiende). Y luego, otro año, ya se verá.
El asunto es que quizá no pueda, o quizá no deba.
Desde luego, creo que el triatlón es el peor deporte para
intentar dejarlo. Es muy, muy adictivo.
Ayer algo de gimnasio y 1.500 metros en agua. Con malas
sensaciones en el agua, como no podía ser de otra manera. Con esto damos por
iniciada una pretemporada de una temporada que no sé si será o no, tras más de
3 meses sin tocar la bici ni la carrera a pie, y sólo probé la piscina de forma
muy suave.