18 junio 2011

PRIMER ABANDONO...

No pudo ser. No llegué ni a la primera boya. Así de simple. Reitrada.

Lo normal ahora es estar decepcionado. Pero creo que hay algo más y habrá que buscarlo.

Este 2011 no está siendo nada bueno. De momento, a replegar y curar las heridas del orgullo. Si no puedo nadar 350 metros es que el triatlón, a lo mejor, no es lo mio.

Intuyo que sin competiciones a la vista, y sin motivación, no voy a pasarme mucho por aquí.

17 junio 2011

PRIMEROS NERVIOS PRE-CARRERA

De nuevo, sin avisar, mi mente traiciona mi cuerpo. Le engaña, engatusa y manipula. Otra vez.

Si un día por la mañana le preguntó "qué tal te irían unas series?", y no quiso escuchar al cuerpo, siempre prudente, las advertencias acerca de la paciencia, de la constancia, del posible paso atrás y de los riesgos.

Y las hice. Y me lastimé los sóleos (unos días). Pero eso mi mente lo asoció a la época donde no iba tan lento. Y repetí. Y repetí, con más cabeza que pulmones y corazón.

Tengo por traje un cuerpo sabio, prudente, y una cabeza que no tanto ni de lo uno ni de lo otro. El mundo al revés, para quien quiere llegar a viejo pensando siempre en el mañana. Mejor, eso sí, para el que no quiere esperar a luego.

Me he apuntado, a última hora, a un triatlon. Bueno, no. A nadar 350 metros, a correr en bici 7,7 km y a correr a pie 2 km. Mi cabeza y mi cuerpo no temen ni la bici, ni el tramo a pie. Pero les parece un mundo y medio 350 metros (300 cuando me apunté, no sé porque subieron la distancia).

En la casa de campo. Algunos intentan animarme, diciendo que conseguiré que no me coman las milenarias criaturas que habitan en el lago el cual, dicho sea de paso, no tiene una excelente presencia y no invita a chapuzones, precisamente.

Desde luego, el esfuerzo de prepararlo, ya de por sí, merece un reconocimiento. Bicicleta, gorro, gafas, zapatillas de bici (MTB, que no tengo de las otras todavía), de correr, otras zapatillas para calentar, botella de agua, gorra para correr, casco, portadorsal, chip, carnets... Lentillas, para coger mi bici y no otra. Y me dejo los guantes y calcetines en casa, que no llevaré. Ni neopreno, que no tengo (espero que no sea obligatorio).

El objetivo, disfrutar. Acabar. Proteger la rodilla, sin forzar. Convencerme que puedo nadar varios cientos de metros seguidos. Inyectar un poquito de confianza para, en un futuro, apuntarme a un triatlon (sprint, claro).

Mi mente está impaciente. El cuerpo, temeroso, pero preparado. Al final, incluso traicionado, acaba agradeciendo "el empujón".